"Tristán e Isolda compartiendo la poción", John William Waterhouse, 1916 |
La historia de Tristán e Iseo, una de las más
famosas historias de amor que tiene Occidente. Si alguien quisiera contar en
pocas líneas la trama tal vez diría: dos jóvenes beben por error un bebedizo
mágico y secreto que los liga de tal manera que no les importa, a partir de
ese momento, esfuerzo, dolor o mentira,
e incluso arriesgarse al deshonor y la penuria si van a estar juntos. Es decir,
en el centro de la historia de estos amantes se encuentra ese brebaje enigmático
que, más que unir a dos seres, los hace dependientes, con una necesidad
enfermiza, del otro.
Brebaje amoroso por excelencia, este filtro ha
sufrido diversas interpretaciones, algunos autores lo tratan como el verdadero
origen de la pasión que une a Tristán e Iseo, otros lo consideran únicamente el
detonador de su amor. La diferencia de interpretación ha sido raíz de discusiones
sobre la validez de la calificación de "cortés" para algunos de los
textos de la historia y, probablemente, sea el elemento que continúa
manteniendo viva la leyenda.
Esta historia esxquisita
"de amor y muerte" (De Rougemont, dixit) se conserva en varios textos medievales que
pertenecen a diferentes épocas y tradiciones. Es uso generalizado dividir los Tristanes
en dos grandes grupos que se han llamado "versión común" y
"versión cortés". A la llamada "versión común", o
"versión de juglares", pertenecen, entre otros, trabajos como el de Beroul y Eilhart, la
llamada Folie de Berna, los episodios que aparecen en Le
donnei des amants, y se ha dicho que los distintos textos del roman
en prosa. Estas obras son consideradas como aquellas que más fielmente
conservan rasgos arcaicos de la historia, las que mejor reflejan el verdadero
sentido de la materia tristaniana y aquellas que han trasmitido con mayor
fidelidad el conflicto y la trama originales.
La "versión cortés" de la historia se
encuentra representada, sobre todo, por el texto de Thomas y los que derivan de
él: la Tristrams Saga noruega, el Tristan
und Isolt de Gottfried von Strassburg, la Folie
de Oxford y el inglés Sir Tristem. Tales escritos se
distinguen por la atención que prestan a la vida interior del personaje, el
análisis psicológico de las acciones que (en Thomas y Gottfried sobre todo)
produce momentos de verdadero lirismo.
Así, una de las diferencias más notables entre las
dos tradiciones, la "común" y la "cortés", es el
tratamiento del filtro, que en la primera tiene un límite en su duración
establecida (tres años en Béroul y cuatro en Eilhart), y en la segunda, ilimitada.
Los amantes de Béroul -que repetidamente excusan su pasión apoyándose en el
poder de ese bebedizo que le ha robado la voluntad y los coloca en medio de
situaciones penosas: " Señores, ya lo habéis oído, el vino que bebieron
fue la causa de lo que sufrieron tanto durante largo tiempo”-, contrastan
fuertemente con los personajes de la "versión cortés", sobre todo
los de Gottfried, que, aun sabiendo que su pasión procede del filtro, se lanzan
a consumar su amor en la muerte, sin intentar justificar la elección que
constituye la aceptación de su destino. Cuando Marc reconoce la fuerza de su
amor y los despide de la corte: “Tristán y su señora Isolda se inclinaron con
tristeza comedida, con tibio dolor de corazón, ambos ante el rey, su señor, y
después ante los miembros de la corte. Los dos fieles compañeros se cogieron
rápidamente de la mano y salieron afuera” (trad. de Bernad Diez, p. 316)
Así, no obstante que los valores del mundo cortés no
dejan lugar para el derecho natural de ese eros violento e ilógico que parece
dominar la historia celta, en la consumación de ese amor trágico, al ser
reconocido como acto volitivo, puede encontrarse la más audaz declaración del
derecho del individuo a amar por encima de cualquier conveniencia y también la
más controvertida crítica a esos valores corteses.
Mientras que en los textos de la versión común el
fieltro es una excusa para la pasión que arrolla las convenciones sociales, en
las obras de la versión cortés la tragedia se idealiza y profundiza merced a la
pintura sicológica, en la que se ahonda en las dudas y debates del amor y la
lealtad y que convierten la vida de los amantes y sus cónyuges en un continuo
tormento. En la versión cortés de Tristán e Iseo se hace la verdadera historia
de "amor y muerte" de la que habla Denis de Rougemont, en la que se
exalta el amor‑pasión en su sentido más elevado; una pasión a la vez trágica y
que procede de la voluntad, simbolizada por el filtro, pero que sólo puede
conducir a la muerte.
Filtro por antonomasia, el loverdrinz,
el tranc von minnen, es el brebaje fatal que hunde a
quien lo toma en una embriaguez amorosa imposible de disipar. En la Folie de
Oxford se dice: “Es verdad, ebrio estoy a causa de una bebida” y “Bebimos de la
misma copa: vos bebisteis y yo bebí. Ebrio he estado desde entonces. Mala
borrachera ha sido que me ha costado tan cara”.
Este loverdrinz, creación
de la madre de Iseo, la reina de Irlanda, es también el símbolo de la fatalidad
del amor; posee la fuerza pasional que ciega a los amantes y la fuerza psíquica
que los nutre de recursos. Es vinz herbé, vino y
yerbas, pero yerbas recogidas a la hora propicia y mezcladas
con el debido arte, "... estaba pensada y escogida con tanta inteligencia"
(G. de Strasburgo, p. 229) que en lugar de ser un vino inocuo era capaz de
hacer "que cualquiera que la bebiera en unión con otra persona, sintiera
lo que sintiera por ésta, la amaría por encima de todas las cosas, sucediéndole
a ella lo mismo." (p. 229)
Siendo así, estando ebrios los amantes, ¿puede
entonces existir amor cortés? Quizás no, pero, sea cual sea el papel del
filtro, causa que disculpa los crímenes, mera excusa o símbolo, es el corazón
de la leyenda. El filtro amoroso, que bien podría corresponder al geis
celta aparece en todos los textos de la materia, y debe ser parte muy
importante en toda interpretación que se pretenda sobre esta historia. El papel
del loverdrinz
es el de ser a la vez elíxir de vida y veneno de olvido, filtro de amor
y muerte; beberlo es beber la fuerza suficiente para desear y el olvido
necesario para traicionar.
Gracias al filtro, la pasión de Tristán e Iseo es un
desafío a las leyes del mundo cortés, tan es así que la muerte de los
protagonistas se dibuja como una victoria de ese mundo sobre el amor
anarquista; pero con el surgimiento, sobre sus tumbas, de las plantas que
perpetúan la imagen de los amantes, se convierte en un símbolo del poder del
amor. Utilizando este motivo folclórico que aparece en distintas baladas y
romances se crea una hermosa alegoría del amor más poderoso que la muerte.
"Tristán e Isolda", Herbert Draper |
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